A partir de aquí voy a declarar mi más dura critica hacia aquellos grupos sociales machistas, y que, a pesar del disimulo, le rinden culto a ello. Y voy a ir directo al grano, sin rodeos, sin verborragia literaria, que se sientan tocados, que se pongan el saco si les queda, que acusen recibo en el hipervínculo llamado “comentario”, quiero mojarles la oreja y que se animen a enfrentarme si es necesario, que se acuerden de mi progenitora en la cancha, que me reconozcan en la calle y sientan ganas de pegarme una buena patada ahí donde más duele.
Queridos lectores hoy voy a marcar una diferencia sustancial entre dos grupos sociales contraopuestos de por vida. Qué floggers ni cumbios, qué finas ni grasas, que tobas ni comechingones, señoras y señores, hoy voy a atacar directamente a aquella lacra machista que mal nos identifica como Argentinos y nos ha hecho la fama a todos por igual en el resto del mundo, dejándonos en el primer lugar del ranking mundial de machistas y con varios cuerpos de ventaja.
Hoy voy a atacar los FUTBOLEROS! Sisisi! a los cabeza de gajos, a lo` fulbito`, a esos que se comen las eses, a los que usan el corte “Chipi Barijo” y se dejan el pelito largo en la nuca y cortito en los parietales, a esos que hablan después del partidito de solteros contra casados como si se hubieran tragado a Messi, a esos que hablan a media lengua por el chiclecito mientras hacen muecas, a los de la remerita “+ 10”, a los del tatuaje del diego, a los que en la oficina se descuelgan con una canción de canchita, a los que se ponen traje con mocasines y las medias de fulbito hasta la rodilla.
Y les voy a explicar cual es la diferencia con un Dino, pero ojo! Un Dino de raza, de pura cepa, ese de criadero y aquel personaje nunca tan alejado del machismo arrogante.
Ni falta hace decir lo difícil que es convivir con un tipo machistamente futbolero. Y para ello debemos ubicarnos en el lugar de la mujer para entender mejor esto.
Vamos a hacer claros, en el fantasioso mundo del futbolero solo hay lugar para uno solo…él. Como el cuento de Antonie de Saint Exupéry. Y no voy a citar ejemplos para no irme por las ramas, pero basta con inyectarnos en el hogar de éste y veremos que lo encontraremos sentado en el sillón, acariciándose el muslo con una mano y el pelito con la otra y mirando, adivinen qué? Si! Exacto, un partido de fútbol entre dos equipos de Grecia o de la quinta división del fútbol ecuatoriano, sin dar lugar a que la mujer atine a agarrar el control remoto.
O de los infaltables terceros tiempos de los partidos de los martes y jueves y que terminan de caravana. Y así podemos enumerar un sinfín de situaciones que certifican el culto al machismo de esta plaga social.
A diferencia de éstos ejemplares, la raza Dina, de lunes a viernes se transforma en aguerridos gladiadores del saneamiento, limpieza, conservación y tareas generales del hogar, con el único fin de acceder a la posibilidad de conformar la larga mesa de amigos de los viernes a la noche.
No es en vano decir lo difícil que es la vida para un Dino, un tipo que no reconoce el ocio y que además de cumplir con las responsabilidades del trabajo, también se hace cargo de los chicos, del super, de la cocina, del planchado, y demás tareas en el interior del hogar, dejando a propósito, las tareas exteriores para el sábado, como ser: limpieza completa del auto, podado y riego de jardín, pintura y aceitado del portón, limpieza de ventanas, etc. por el mero hecho de tener la posibilidad de cruzar ese infranqueable campo magnético que es la puerta de la calle, y poder llegar hasta ese espacio delimitado previamente por la autoridad hogareña…la bruja.
A lo largo de la historia Dina muchos quisieron formar parte de esta legión de guerreros y sin llegar a prosperar en el intento, y sin haber podido superar la presión, quedando muchos personajes regados en el camino, y que mi memoria errática no me deja nombrar.
Queridos lectores hoy voy a marcar una diferencia sustancial entre dos grupos sociales contraopuestos de por vida. Qué floggers ni cumbios, qué finas ni grasas, que tobas ni comechingones, señoras y señores, hoy voy a atacar directamente a aquella lacra machista que mal nos identifica como Argentinos y nos ha hecho la fama a todos por igual en el resto del mundo, dejándonos en el primer lugar del ranking mundial de machistas y con varios cuerpos de ventaja.
Hoy voy a atacar los FUTBOLEROS! Sisisi! a los cabeza de gajos, a lo` fulbito`, a esos que se comen las eses, a los que usan el corte “Chipi Barijo” y se dejan el pelito largo en la nuca y cortito en los parietales, a esos que hablan después del partidito de solteros contra casados como si se hubieran tragado a Messi, a esos que hablan a media lengua por el chiclecito mientras hacen muecas, a los de la remerita “+ 10”, a los del tatuaje del diego, a los que en la oficina se descuelgan con una canción de canchita, a los que se ponen traje con mocasines y las medias de fulbito hasta la rodilla.
Y les voy a explicar cual es la diferencia con un Dino, pero ojo! Un Dino de raza, de pura cepa, ese de criadero y aquel personaje nunca tan alejado del machismo arrogante.
Ni falta hace decir lo difícil que es convivir con un tipo machistamente futbolero. Y para ello debemos ubicarnos en el lugar de la mujer para entender mejor esto.
Vamos a hacer claros, en el fantasioso mundo del futbolero solo hay lugar para uno solo…él. Como el cuento de Antonie de Saint Exupéry. Y no voy a citar ejemplos para no irme por las ramas, pero basta con inyectarnos en el hogar de éste y veremos que lo encontraremos sentado en el sillón, acariciándose el muslo con una mano y el pelito con la otra y mirando, adivinen qué? Si! Exacto, un partido de fútbol entre dos equipos de Grecia o de la quinta división del fútbol ecuatoriano, sin dar lugar a que la mujer atine a agarrar el control remoto.
O de los infaltables terceros tiempos de los partidos de los martes y jueves y que terminan de caravana. Y así podemos enumerar un sinfín de situaciones que certifican el culto al machismo de esta plaga social.
A diferencia de éstos ejemplares, la raza Dina, de lunes a viernes se transforma en aguerridos gladiadores del saneamiento, limpieza, conservación y tareas generales del hogar, con el único fin de acceder a la posibilidad de conformar la larga mesa de amigos de los viernes a la noche.
No es en vano decir lo difícil que es la vida para un Dino, un tipo que no reconoce el ocio y que además de cumplir con las responsabilidades del trabajo, también se hace cargo de los chicos, del super, de la cocina, del planchado, y demás tareas en el interior del hogar, dejando a propósito, las tareas exteriores para el sábado, como ser: limpieza completa del auto, podado y riego de jardín, pintura y aceitado del portón, limpieza de ventanas, etc. por el mero hecho de tener la posibilidad de cruzar ese infranqueable campo magnético que es la puerta de la calle, y poder llegar hasta ese espacio delimitado previamente por la autoridad hogareña…la bruja.
A lo largo de la historia Dina muchos quisieron formar parte de esta legión de guerreros y sin llegar a prosperar en el intento, y sin haber podido superar la presión, quedando muchos personajes regados en el camino, y que mi memoria errática no me deja nombrar.
Pero recuerdo a “Tramontina” aquella calurosa noche de entrenamiento en la que dejamos la puerta abierta y así fue como se escurrió en el gimnasio un muchacho flaco, desgarvado, con una actitud perdida y vestido de jean que, a paso cansado se acercó y ante nuestro silencio nos preguntó -¿puedo jugar? La respuesta fue afirmativa y desafiante, como queriendo conocer su habilidad. No lo hacía mal, pero al cabo de unos minutos, en un salto que tenía más de buena voluntad que de mérito, voló por el suelo un cuchillo dentado que salió de su bolsillo, dejándonos con la vista fija en él mientras la pelota aún dibujaba una parábola por el aire.
Luego de ese episodio nunca más lo vimos. Hasta hoy agradecemos haberlo dejado jugar. Nunca supimos su nombre, sólo lo conocemos por Tramontina
O como nuestro simpático “Metralleta”, que fue llevado allí, vaya uno a saber por quién y qué habilidad le vio, pero tenía la costumbre de que cuando cometía un error en el juego y anticipándose a nuestras correcciones, extendía los brazos hacia delante y con las manos en posición de “alto”, y subiendo y bajando la cabeza decía…”está, está, está”, pero abreviado y repetidas veces, algo así como “ta-ta, ta-ta, ta ta ta” y de ahí lo de metralleta.
Metralleta duró un poco más de tiempo y abusando de su confianza como asador, llegó a agarrar el chulengo del gordo, un viernes en el que no pudo hacerse presente, y allí finalizó abruptamente su paso por la legendaria agrupación, luego de que quemara todo el asado ya que le puso fuego como para hacerse un cuchillo fundiendo hierro. Esa noche, con la carne calcinada, aún humeando en el plato de madera y el silencio de la mesa que hacía posible escuchar el goteo de la canilla, fue el primero en retirarse y nunca más volvió.
Y así podemos relatar varias anécdotas de visitantes fugaces que no llegaron a vestir la camiseta de la comunidad jurásica. Y digo comunidad, para dejar bien en claro la inclusión del sector femenino, haciendo posible la fusión de la amistad con la situación conyugal.
Como aquella noche en que el asado era de primera, y no podía ser de otra manera tratándose de El gordo, pero esta vez no era un asado más, ya que la presencia femenina era el motivo del mismo, y eso en una mesa se nota y mucho.
Vamos a decir que existe una diferencia sustancial con un asado “regular”, y si bien no podemos decir que falta algo porque sería faltar a la verdad, pero sí podemos decir que se nota más elaboración culinaria hecha en casa que deja menos margen a la improvisación.
A ver, desmenucemos esto, en un asado regular, las diferencias serían las siguientes en orden de notoriedad: la ensalada está para que a uno no se atragante con el bolo de carne en la garganta, y ayudar a la digestión.
Como le pasó una vez a “comegato” , que al parecer, el tipo hacía tiempo no transitaba por el quincho del Gringo, y eran muchas emociones juntas, que le jugaron en contra al entrarle al primer corte de carne jugoso, y después de que hiciera pasar de largo dos bandejas, una de vacío y la otra de chori, llamó la atención de todos los comensales, pero fue el Paragua, quien le preguntó con tono intimidante y mirándolo desde su altura directamente a los ojos -“no vas a comer más?”
Comegato se enfrentó a una pregunta que al parecer no tenía escapatoria ni respuesta aceptablemente válida, ya que si decía no tener hambre, ello derivaría en muchas más preguntas de todos. Además nunca jamás nadie en la mesa de los viernes, dijo no tener hambre, y menos aún a alguien se le ocurriría decirlo, y esa vez no podía ser la excepción.
Entonces confesó estar atragantado con un trozo de carne y no poder expulsarlo a pesar de varios intentos en el baño, minutos más tarde se retiró del lugar con un saludo de mano a la ligera y un tanto morado. No volvió más. Por ello y por el color de sus ojos lo de comegato.
Desde ese día la ensalada viste la mesa de los viernes de manera imprescindible, en un bol modelo palangana para servir una sola vez, cortada a machetazos y lista para pinchar con el tenedor y llevar directamente a la boca para que haga las veces de disolvente junto con el tinto. Esto se hace más bien de precavidos que de finos, por supuesto, no hace falta aclarar.
Pero cuando estamos en presencia de un evento extraordinario, esto cambia un poco y ya podemos ver ensaladas que respetan toda la variedad, no solo de color sino también de gustos, y toda una decoración. Rodajas de pepinos, bastoncitos de zanahorias, hervidos y enfriados, agridulces y con tanto detalle que da lástima hundir la cuchara en la fuente de ensalada rusa tan bien armadita y hasta con bordes de mayonesa en forma de tirabuzón hechos con la manga de repostería.
Es necesario decir que uno debe tener la precaución de no dejarse llevar por la fuerza de la costumbre y aunque se sienta cómodo, deberá servirse en el plato tratando de mantener casi una mini decoración idéntica a la bandeja, para no ofender ni subestimar el esfuerzo de producción. Además de tener en cuenta el reemplazo de la tradicional tablita con canaleta que se usa todos los viernes por el plato debidamente combinado con el mantel.
También se ve alterada la homogeneidad de la bebida, por otras que hasta ni alcohol tienen, y el expendio de coca cola es libre, a diferencia del asado regular en el que si a uno se le ocurre abrir una antes del momento del Fernet, es digno de recibir las más rigurosas amenazas por si no es suficiente.
El postre que corona la cena y generalmente es simultáneo con el famoso aplauso para el asador, los chistes de salón, historias de viajes, fotos, intercambios de recetas, la política, codazos correctivos, etc. en fin, apenas esto y mucho más forma parte de esta familia de viejos amigos, de incansables luchadores contra los castigos del tiempo, de los que se reconocen ser parte de un club más social que deportivo...para nada machistas.
Luego de ese episodio nunca más lo vimos. Hasta hoy agradecemos haberlo dejado jugar. Nunca supimos su nombre, sólo lo conocemos por Tramontina
O como nuestro simpático “Metralleta”, que fue llevado allí, vaya uno a saber por quién y qué habilidad le vio, pero tenía la costumbre de que cuando cometía un error en el juego y anticipándose a nuestras correcciones, extendía los brazos hacia delante y con las manos en posición de “alto”, y subiendo y bajando la cabeza decía…”está, está, está”, pero abreviado y repetidas veces, algo así como “ta-ta, ta-ta, ta ta ta” y de ahí lo de metralleta.
Metralleta duró un poco más de tiempo y abusando de su confianza como asador, llegó a agarrar el chulengo del gordo, un viernes en el que no pudo hacerse presente, y allí finalizó abruptamente su paso por la legendaria agrupación, luego de que quemara todo el asado ya que le puso fuego como para hacerse un cuchillo fundiendo hierro. Esa noche, con la carne calcinada, aún humeando en el plato de madera y el silencio de la mesa que hacía posible escuchar el goteo de la canilla, fue el primero en retirarse y nunca más volvió.
Y así podemos relatar varias anécdotas de visitantes fugaces que no llegaron a vestir la camiseta de la comunidad jurásica. Y digo comunidad, para dejar bien en claro la inclusión del sector femenino, haciendo posible la fusión de la amistad con la situación conyugal.
Como aquella noche en que el asado era de primera, y no podía ser de otra manera tratándose de El gordo, pero esta vez no era un asado más, ya que la presencia femenina era el motivo del mismo, y eso en una mesa se nota y mucho.
Vamos a decir que existe una diferencia sustancial con un asado “regular”, y si bien no podemos decir que falta algo porque sería faltar a la verdad, pero sí podemos decir que se nota más elaboración culinaria hecha en casa que deja menos margen a la improvisación.
A ver, desmenucemos esto, en un asado regular, las diferencias serían las siguientes en orden de notoriedad: la ensalada está para que a uno no se atragante con el bolo de carne en la garganta, y ayudar a la digestión.
Como le pasó una vez a “comegato” , que al parecer, el tipo hacía tiempo no transitaba por el quincho del Gringo, y eran muchas emociones juntas, que le jugaron en contra al entrarle al primer corte de carne jugoso, y después de que hiciera pasar de largo dos bandejas, una de vacío y la otra de chori, llamó la atención de todos los comensales, pero fue el Paragua, quien le preguntó con tono intimidante y mirándolo desde su altura directamente a los ojos -“no vas a comer más?”
Comegato se enfrentó a una pregunta que al parecer no tenía escapatoria ni respuesta aceptablemente válida, ya que si decía no tener hambre, ello derivaría en muchas más preguntas de todos. Además nunca jamás nadie en la mesa de los viernes, dijo no tener hambre, y menos aún a alguien se le ocurriría decirlo, y esa vez no podía ser la excepción.
Entonces confesó estar atragantado con un trozo de carne y no poder expulsarlo a pesar de varios intentos en el baño, minutos más tarde se retiró del lugar con un saludo de mano a la ligera y un tanto morado. No volvió más. Por ello y por el color de sus ojos lo de comegato.
Desde ese día la ensalada viste la mesa de los viernes de manera imprescindible, en un bol modelo palangana para servir una sola vez, cortada a machetazos y lista para pinchar con el tenedor y llevar directamente a la boca para que haga las veces de disolvente junto con el tinto. Esto se hace más bien de precavidos que de finos, por supuesto, no hace falta aclarar.
Pero cuando estamos en presencia de un evento extraordinario, esto cambia un poco y ya podemos ver ensaladas que respetan toda la variedad, no solo de color sino también de gustos, y toda una decoración. Rodajas de pepinos, bastoncitos de zanahorias, hervidos y enfriados, agridulces y con tanto detalle que da lástima hundir la cuchara en la fuente de ensalada rusa tan bien armadita y hasta con bordes de mayonesa en forma de tirabuzón hechos con la manga de repostería.
Es necesario decir que uno debe tener la precaución de no dejarse llevar por la fuerza de la costumbre y aunque se sienta cómodo, deberá servirse en el plato tratando de mantener casi una mini decoración idéntica a la bandeja, para no ofender ni subestimar el esfuerzo de producción. Además de tener en cuenta el reemplazo de la tradicional tablita con canaleta que se usa todos los viernes por el plato debidamente combinado con el mantel.
También se ve alterada la homogeneidad de la bebida, por otras que hasta ni alcohol tienen, y el expendio de coca cola es libre, a diferencia del asado regular en el que si a uno se le ocurre abrir una antes del momento del Fernet, es digno de recibir las más rigurosas amenazas por si no es suficiente.
El postre que corona la cena y generalmente es simultáneo con el famoso aplauso para el asador, los chistes de salón, historias de viajes, fotos, intercambios de recetas, la política, codazos correctivos, etc. en fin, apenas esto y mucho más forma parte de esta familia de viejos amigos, de incansables luchadores contra los castigos del tiempo, de los que se reconocen ser parte de un club más social que deportivo...para nada machistas.
...a mis amigos Dinos
10 comentarios:
te fijaste quien estaba cubriendo la diagonal?
eso antes de q me acalambre, cosa q no puede existir un partido sin q eso suceda!
Azul.
vos cubris la diagonal de La Plata gordo, justo donde está el carrito de panchos
La Momia
tambien cubro a tu hermana y de un producto lacteo,GIL!
Dejate de hacer fama azul, tenes menos mivilidad que nuestro salario.
Perdón, donde dice mivilidad, lease movilidad
pero si no les gusta su SALARIO, desde la terminal salen colectivos rumbo al norte, de donde no tendrian q haber salido nunca y a quejarse alla, no aka, si no les gusta vuelvanse, perdon, q tarado, dije lo de la terminal-colectivos, vayanse en alguno de los cero kilometros q tienen, qizas alla tambien logren tenerlo con los buenos sueldos q pagan aka.
salto la ficha! resulta que el compañero que sacaba fotos en las marchas habia resultado ser más lupinero que D´elia, ahora defiende los sueldos que no cubren ni nunca cubrieron la canasta basica familiar. te conocemos el paño "compañero". LA LUCHA CONTINUA
anda a hacer básica D`elia
El dirigente
soy compañero de mi bolsillo y de los NYC de esta provincia q no lloran por llorar, ya que se les esta saltando la ficha que lo unico que ustedes quieren es ganar platita y no dejar nada de nada, el dia de mañana tambien quizas hacen paro por que el dia esta nublado, y para atraer el sol pediran mas aumento de sueldo.
No pueden!
Jamas fui a una marcha y menos a sacar fotos, no me sumo a marchas falsas, hay que trabajar y trabajar y ganarse el sueldo dignamente.
Por favor no dsvirtúen tan buena nota con bol.... Es una historia de amigos que logró ir más allá de jugar al voley y de comer un asado Gracias Pingui Un ejemplo.
traten de poner nombres cuando critiquen, no se escondan traz un anonimo o con nombres de otras personas para confundir, si tienen tiempo para criticar, tengan tambien tiempo para poner su nombre traz la critica.
Azul.
P.D: ah, no confundamos los EJEMPLOS en simples personas, hay ejemplos verdaderos a seguir.
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